Previo a su arribo, muy pocas conocen la ley de extranjería española, apenas lo escuchado de amistades o familiares que se encuentran viviendo en este país desde años atrás, o lo que se dice en las redes sociales que consultan. Para el caso, Susana, Lesli, Malena y Roxana, antes de venir, no sabían nada o muy poco sobre lo dispuesto en la Ley. Cintya, conocía lo dicho por tías y primos que habían venido antes con contratos de trabajo y, por ser la primera en venir con permiso de turista, al quedarse su proceso de regularización fue diferente. Paula sabía sobre los requisitos para legalizarse, por eso se enfocó en la visa de estudios.

Así resulta que, tanto para buscar empleo, como para asesorarse sobre procedimientos para dar curso a los trámites de obtención de residencia y permiso de trabajo, muchas personas migrantes visitan las oficinas de ayuntamientos y de distintas ONG que ejecutan programas o proyectos relativos a estos temas. Así, Susana cuenta que encontró Movimiento por la Paz por casualidad y comenzó a leer sobre la ley para tramitar su residencia, también empezó entonces a hacer voluntariado en la organización. Por su parte, Lesli comenta que ahora conoce sus derechos porque buscó información por su cuenta y asistió a eventos formativos e informativos de Movimiento por la Paz. Malena no conocía nada sobre sus derechos y asegura que luchó mucho para que le hicieran sus documentos.

El Movimiento por la Paz en Cantabria atinó a identificar, en 2019, que las migrantes no solo necesitan información y asesoría en sus trámites administrativos y búsqueda de empleo, sino que también necesitan un espacio de información y formación sobre sus derechos como mujeres y trabajadoras, un espacio para escucharse y compartirse saberes y experiencias, un espacio que les propiciara recuperar su autoestima y la esperanza. Así surge Empoderadas, espacio al que están inscritas 40 mujeres migrantes, casi todas latinoamericanas, de edades entre 24 y 66 años, siendo la mayoría de 30 a 50 años. Sobre este espacio Susana indica que asiste a Empoderadas y asiste “a las integrantes orientándolas para que se informen”.

De este grupo, alrededor de la mitad trabaja desde hace meses, incluso desde hace muchos años, pero no están empadronadas. Muchas de ellas trabajan bajo la modalidad de interna y las otras también trabajan, pero ocupando bajo alquiler una habitación en un piso de particulares que no les permiten empadronarse a su dirección. O sea, están invisibles, las administraciones ignoran que viven en el territorio, al no tener una dirección; y no tienen, por tanto, acceso al sistema de salud, no pueden iniciar sus trámites de residencia y permiso de trabajo, ni pueden alquilar un piso, tampoco pueden abrir una cuenta bancaria, entre otros accesos denegados. En Cantabria hay entre 500 y 2.000 personas migrantes sin empadronarse, sino más, trabajando en condiciones de semi esclavitud, o sea con todos sus derechos conculcados.

En Empoderadas las mujeres migrantes ahora conocen mejor la Ley de Extranjería, que contempla los derechos de las personas migrantes que viven en España. Saben, en consecuencia, que están claramente definidos los derechos de quienes trabajan, como que su empleador debe darle de alta en la Seguridad Social; o que, ante despidos por cualquier causa, debe recibir las prestaciones estipuladas; saben, asimismo, que deben recibir 2 pagas completas extra por año, una en julio y otra en diciembre, o que estas se prorrateen en 12 mensualidades; también que deben recibir 30 días de vacaciones remuneradas por año, entre otros derechos. Y saben que, aunque el contrato solo sea de forma verbal, este implica gozar de los mismos derechos que otorga un contrato escrito y suscrito por las partes.

“Es un espacio importante porque nos permite escucharnos, compartir, informarnos y formarnos”, indica Lesli. Cintya se siente “acogida, muy tranquila” en el grupo. Paula, al igual que otras muchas integrantes, afirma: “No sabía nada sobre los derechos como empleada de casa, por lo que he consultado a muchas ONG, me he apuntado en listas de empleo y he sostenido comunicación por redes de personas con experiencia.”

Parte 2 de la crónica de Ana Lucía Restrepo, voluntaria del Movimiento por la Paz -MPDL- Cantabria. Parte 1 | Parte 3