Una de las mayores ganancias personales de esta formación esta siendo, sin duda, el fomento del pensamiento crítico. Las tardes de los lunes y los miércoles se han convertido en un espacio para falsar la realidad, es decir, para ir desmontando poco a poco algunos aspectos que aceptamos como ‘normales’ en nuestro día a día, pero que se oponen al ideal de sociedad justa que todas y todos tenemos la obligación moral de construir para dotar de significado el término “dignidad humana”. ¿Cómo lo hacemos? Como decía, sometemos la realidad a la falsabilidad, que no es otra cosa que acercarnos al borde de nuestras creencias, llevarlas al límite, para destruir nuestros estereotipos.


El Roto

Así, estamos viendo a lo largo del curso las aportaciones de Boaventura de Sousa Santos o Catherine Walsh: nuestras mentes están colonizadas. A los que estamos en el núcleo geográfico e ideológico desde el que se articula dicha colonización y a los que están en la periferia. Y lo están de una manera tan profunda que la única vía de escape es cuestionarlo todo, y realizar propuestas que nos ayuden a recuperar nuestra humanidad, nuestra esencia, descartando todo lo que nos aleje d ella y entre nosotras.

¡Este es un reto que asumir de por vida! Somos seres capitalistas, machistas, etnocentristas, racistas, clasistas, sexistas y un largo etcétera de –istas. En muchas ocasiones no se trata de un gesto consciente, pero sí de una lectura de la otredad tan imbricada a nuestra herencia cultural y social que nos toca luchar a diario contra nuestra conducta. Somos, en cierta manera, prisioneros de una falsa sensación de libertad.

Ese estar en pie de guerra con uno mismo y ser su propio detective para detectar las conductas erróneas es uno de los mejores viajes de autodescubrimiento que podemos regalarnos, una aventura tan apasionante como ineludible.


El Roto

Podemos empezar por reconocer la posibilidad de que existan otras formas de conocimiento distintas al científico promovido desde el mundo occidental, o por reconocer la posibilidad de que el modelo productivo se articule desde lógicas distintas a las de la propiedad privada y la competitividad. Y para empezar a practicar os dejamos unos podcast de la Escuelita de (Des)aprendizaje político de La Vorágine.