Si  la interculturalidad es una estrategia en construcción, qué podríamos hacer para participar de esa estrategia.
Esta es la idea de la que parte esta interesante reflexión de Marta Adan, participante en el curso ‘Agentes de Mediación Intercultural’.

En el contexto de interculturalidad en el que vivimos, participar no es una opción. Estamos participando desde el momento en el que somos parte de ella.

No podemos observar la interculturalidad desde fuera, todas somos parte de ella. Lo que sí podemos elegir es cómo vamos a participar, cada una desde su parcela de acción, como profesionales, como aprendices , como ciudadanas, pero nunca como observadoras pasivas. Una actitud pasiva o no participativa hacen que se perpetúe la idea de que el que tiene que hacer algo es el otro. Es imprescindible tomar conciencia del lugar que ocupamos en este escenario multicultural, saber que formamos parte de él y que nuestra actitud, nuestra aportación personal es importante. En nuestro día a día, en nuestra forma de estar en el mundo, de ser y de vivir, están nuestras parcelas de poder para cambiar lo establecido y mejorarlo.
La construcción de esta interculturalidad sólo puede ser colectiva. Desde los gobiernos o las instituciones no se pueden resolver los problemas de convivencia, pueden crear unos marcos de referencia, unas líneas de actuación, pero la convivencia transcurre en la calle, en los lugares públicos, en las escuelas, en los mercados, y allí es donde nosotras podemos elegir cómo participar de esa estrategia.
El diálogo intercultural comienza por el conocimiento de la propia cultura, el reconocimiento de que hay otras culturas y la aceptación consciente de que compartimos un espacio común. Un espacio cambiante que construimos entre todas. El diálogo se produce de forma espontánea cuando hay un interés común, si fuéramos capaces de encontrar ese interés común, ese objetivo básico de convivencia pacífica, de pertenencia a una misma especie, de habitantes de un mismo planeta, de seres interdependientes,  sería más fácil ver que no somos tan diferentes y que , precisamente, lo que nos diferencia es lo que podemos aportarnos unas a otras para enriquecer  el conjunto, el grupo, la comunidad, la sociedad , la humanidad.