El pasado jueves 1 de octubre proyectamos el documental “Cuidar entre tierras: ¿Quién sostiene la vida cuando las mujeres migran?”. Al finalizar la proyección realizamos un coloquio con dos mujeres migradas trabajadoras del hogar y una especialista en economía feminista.

Daniel Domínguez Rodríguez, voluntario del MPDL y participante en el Itinerario Formativo “Agentes de mediación intercultural”, ha hecho la crónica de la actividad. A continuación sus palabras:

  • Introducción al documental.

“Cuidar entre tierras” es un documental que habla de la realidad que viven las mujeres migrantes que se dedican a trabajar en el sector doméstico y de las mujeres que trabajan en sus propios países en el mismo sector, dejando a sus hijas e hijos a cargo, normalmente, de los abuelos, y ocupándose de la educación y la crianza de los hijos de las personas para las que trabajan.

https://cuidarentreterres.directa.cat/es.html
  • Sentimientos que despierta la proyección.

Al ver el documental rápidamente empatizas con estas mujeres, valientes, fuertes y con convicción. Es duro ver que cuando una mujer que nace en un entorno rural en un país del tercer mundo, tengan casi como única opción de trabajar y ayudar a la economía familiar sea migrar a otra ciudad, dejar a sus propios hijos para criar a los hijos de las personas para las que trabaja.

Es más duro ver cómo la economía de un pueblo que vive de la naturaleza, del río que les da alimento y representa su forma de vida, se hunde porque una empresa española construye una central hidroeléctrica y daña el medio ambiente y deja al pueblo sin pesca, que es su sustento de vida.

También ver cómo los países como España, donde migran estas personas, tienen leyes de extranjería que favorecen la precariedad laboral, ya que no pueden tener contrato hasta los tres años de residencia, sin derechos, es la esclavitud del siglo XXI.

  • Pensamientos propios y compartidos en el coloquio.

El coloquio fue muy interesante, oír de primera mano por lo que tienen que pasar estas mujeres te hace abrir la mente, reflexionar sobre el mundo en el que vivimos, cómo algunos, solo por el hecho de haber nacido en un país del primer mundo, vamos a tener una vida mucho más fácil que otra persona de tu misma condición social que ha nacido en un país del tercer mundo. Pienso también en qué mundo le vamos a dejar a las nuevas generaciones si seguimos permitiendo que pase esto y no hacemos algo por que se produzca un cambio.

Dos de las mujeres que hablaron, eran mujeres preparadas, con estudios, pero la ley de extranjería española dice que hasta que no llevas tres años viviendo en España no puedes tener un permiso de trabajo, por lo tanto, no te pueden hacer un contrato. Esto hace que, la gran mayoría de estas mujeres que están cualificadas para trabajar en otros ámbitos, acaben aceptando trabajar en el sector doméstico, sobre todo de los cuidados, ya que es la única manera que tienen de acceder a un trabajo sin contrato.

La mayoría de las veces las condiciones en las que trabajan son precarias; el sueldo muy bajo y al no tener contrato no tienen ningún derecho (ni bajas, ni seguridad social, etc.) y para las administraciones son invisibles. Además, en la mayoría de los casos una vez que se llegan a cumplir los tres años de residencia los empleadores no quieren contratarlas legalmente ya que tienen que pagar seguridad social y alegan que es mucho dinero. Por lo tanto, la mayoría se queda sin trabajo o siguen trabajando sin contrato.

Hay una frase que dijo una de las mujeres que me impactó mucho: “cuando una persona a la que cuidas se va, se va algo de ti mismo y eso es algo que no se valora”.

La implicación emocional está presente. Ellas se ven como hijas cuidando a sus madres en muchos casos, y ese pensamiento, esa manera en la que cuidas a alguien como si fuese un familiar, eso en realidad es impagable. Lo que pasa es que como esa actividad es algo que han realizado toda la vida las mujeres, tiene que ser algo que no vale dinero, que se hace porque ha sido así siempre.

Hay una precarización de los cuidados por parte de los empleadores que se aprovechan de su condición de migrantes y la necesidad de ganar dinero para vivir y mandar a las familias en sus países, y un desconocimiento de los derechos por parte de estas trabajadoras.

También se habló, ya que sale en el video, del Convenio 189, que es el convenio sobre las trabajadoras y trabajadores domésticos que establece los derechos y principios básicos de este colectivo y exige a los Estados tomar una serie de medidas con el fin de lograr que el trabajo decente sea una realidad y les ofrece una protección específica.

En España este convenio no esta ratificado, pero en países como Alemania y Bélgica si lo está.

También se escucharon reflexiones interesantes como que este es un trabajo fuera del sistema, pero que mantiene al sistema, y en España, donde cada vez hay más población envejecida, es evidente que es más necesaria que nunca una ley que regule la situación de las empleadas del hogar y una ley de extranjería que no obligue a personas a trabajar en condiciones de semiesclavitud.

  • Conclusiones desde la perspectiva intercultural ¿Qué hacemos?

Si la perspectiva intercultural debe promover el diálogo crítico, es decir, un verdadero diálogo intercultural donde los conocimientos, los saberes, las visiones, los valores de todos se incorporen en un intercambio de igual a igual en la construcción conjunta de un modelo de sociedad y además tiene que ser capaz de cuestionar  las raíces de las posibles relaciones de desigualdad y poder, nosotros como agentes interculturales debemos sensibilizar  a las personas de nuestro entorno, para que vean y conozcan esta realidad y se produzca una visibilización y reconocimiento social de las mujeres migrantes que trabajan en el ámbito doméstico y de los cuidados.

También podemos dotar de herramientas a estas trabajadoras para que formen colectivos, asociaciones con el fin de que compartan sus experiencias, sus derechos, y empaticen a través de sus vivencias, y sepan que no están solas, que hay más compañeras que han pasado por lo mismo. Hay que darles las herramientas para que puedan empoderarse, que sean protagonistas de su propia vida y realidad.

También podemos servir de nexo entre los colectivos y las instituciones, que se visibilice esta dura realidad, que se cree un debate social y luchar por un cambio, por unos derechos, por un trabajo digno, legislado y regulado por leyes que protejan a estas trabajadoras.