A continuación vamos a mostraros, con un ejemplo, sobre la relevancia de la cooperación cuando se realiza una labor educativa con personas de diferentes orígenes.

Una fecha importante en la historia de las relaciones raciales es al año 1954. Hasta la fecha, en EEUU, las niñas blancas y las negras asistían a colegios diferentes, se mantenía la filosofía de “separados pero iguales”. Ese año cuatro madres de niñas negras denunciaron al Ministerio de Educación, sosteniendo que la segregación escolar privaba a las niñas negras de la igualdad de oportunidades educativas, por muy iguales que fueran las escuelas. Es decir, que lo discriminatorio era la separación, ya que lo que subyacía en esta separación era que las niñas negras eran inferiores a las blancas.

Elizabeth Eckford, de 15 años, perseguida por una multitud en la escuela secundaria de Little Rock Central el primer día del año escolar, el 4 de septiembre de 1957. Foto de Will Counts.

Elizabeth Eckford, de 15 años, perseguida por una multitud en la escuela secundaria de Little Rock Central el primer día del año escolar, el 4 de septiembre de 1957. Foto de Will Counts.

La denuncia provocó la celebración de un juicio que exigía el veredicto de un jurado. Para elaborar su decisión el jurado pidió asesoramiento a un grupo de antropólogas, psiquiatras, psicólogas y sociólogas. Estas científicas sociales manifestaron que con el sistema de escuela segregada “las niñas negras aprenden que se les asigna un estatus inferior, y se les plantea la pregunta de si ellas merecen un trato mejor del que se les da. Este conflicto conduce irremediablemente a una baja autoestima”. Finalmente el jurado dio la razón a las madres demandantes, y comenzó el fin de la segregación escolar.

Las científicas sociales mantenían, con esperanza, que la desagregación tendría un triple efecto (es lo que se conoce como “Hipótesis de contacto”):

  • Reduciría los prejuicios
  • Aumentaría la autoestima de las estudiantes
  • Mejoraría el rendimiento de las estudiantes

Según pasaron las décadas, se comprobó que las previsiones de las científicas habían sido excesivamente optimistas, ya que la desagregación no producía automáticamente lo que se había previsto. Es decir, el poner a personas de diferentes culturas y estatus dentro del mismo espacio no produce integración. Hacen falta otros requisitos. Allport, ya en 1962, en su libro “La naturaleza del prejuicio” sostenía que:

Es preciso que sea sancionado por las autoridades.

En el ejemplo que hemos puesto, de un colegio, sería necesario que todo el profesorado apoye la desagregación racial y establezca normas para propiciarla. La actuación de una sólo profesora, no será suficiente.

Las personas que se ponen en contacto deben tener el mismo status.

En  el ejemplo que hemos puesto, sería necesario que todo el alumnado tenga las mismas oportunidades reales de participar en el aula. En algunos casos deberá introducirse cierta discriminación positiva, para que las posibilidades de participación sean iguales para todas.

Que el trabajo se realice cooperativamente.

Todo el mundo es importante, ya que cada persona tiene algo que aportar desde su particularidad. Es necesario potenciar la colaboración, la confianza y la interdependencia.

La educación intercultural es heredera de estas experiencias y reflexiones, de donde se extraen actitudes y valores que coinciden con los que se trabajan en un proceso de creación de grupo orientado hacia la cooperación.

Fuente: Colectivo Amani 2009. “Educación Intercultural. Análisis y resolución de conflictos”. Madrid. Edupaz.