“La educación no cambia el mundo:
cambia a las personas que van a cambiar el mundo”

Seguramente alguna vez hayas oído la frase. Lo que puede que no sepas es que fue Paulo Freire quien la pronunció.

Pero, ¿quién es Paulo Freire?

Pedagogo y filósofo brasileño, escribió un libro clave sobre el valor del aprendizaje llamado Pedagogía del oprimido. Este libro, de orientación marxista propone una nueva forma de relación entre el educador y el educando. Paulo Freire fue profesor de personas adultas analfabetas y en esa experiencia basó su Pedagogía del oprimido y la relación que establece entre colonizador y colonizado dentro de su pedagogía crítica.

Tal y como digo Montaigne “El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender”. Del mismo modo, los educandos -explica Freire- no son vasijas para ser llenadas de narración por el educador. La educación no puede ser un acto basado en depositar que lleve a los educandos a memorizar y repetir hasta hacerles seres dóciles y pacientes. Por el contrario, los educadores deben asumir una postura revolucionaria para concienciar a las personas a cerca de la ideología opresora, con el compromiso la liberar a las clases oprimidas y transformar la realidad que les mantiene mediatizadas. Freire parte del concepto de educación como actor cultural, extremadamente importante, y puede reafirmar los lazos de opresión o los de liberación.

Romper con este instrumento de opresión, sumisión y dominación requiere desarrollar conciencia crítica para transformar el mundo. En definitiva, enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción.

“Alfabetizar es concienciar”

Para ello, Freire propone su propio método: dialógico horizontal, en el cual el estudiante se reconoce a sí mismo y aprende del educador, pero el educador también aprende del estudiante y reconoce su propia humanidad. El diálogo se presenta, por tanto, como el principal canal de liberación de la injusticia y arma para la unión y la organización social.

Para que el oprimido se libere debe hacerlo el mismo, él es sujeto que debe configurarse responsablemente. Y en esa nueva pedagogía el sujeto se redescubre reflexivamente como sujeto de su propio destino histórico.

El educador deberá inventar sus técnicas y redescubrir el proceso a través del cual la vida se hace historia. Ese es el verdadero sentido de la alfabetización: que el alfabetizando aprenda a escribir su vida como autor y como testigo de su historia.

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