Vivimos en un mundo lleno de conflictos: desde las guerras hasta las discusiones con los colegas, mires donde mires ¡hay un conflicto! Forman parte de la vida social, de las relaciones entre organizaciones, de las relaciones entre grupos, y de las relaciones interpersonales.

No se trata de rehuir el conflicto, ni de rendirse ni de renunciar a nada; se trata de hallar la mejor manera de resolverlo con el menor costo, la mayor eficacia y rapidez y la mejor y más durable persistencia

(Vinyamata, E y Tubella, I. Cuba es de todos 1898-1998, 1998)

Lo que igual no sabes todavía es que detrás de cada conflicto hay una oportunidad de cambio. Y si ya lo sabes pero sigues rehuyéndolos: ¡Es-pa-bi-la!

Lo más importante no es tanto tener o no tener conflictos, sino saber afrontarlos

Parece que le tenemos bastante miedo a la dichosa palabrita porque es difícil salir bien parado de un conflicto, pero se trata de entenderlo como un proceso constructivo y un medio para cambiar, solucionar diferencias, redefinir o mejorar relaciones.

O sea, que una visión constructiva de la realidad considera el conflicto como una OPORTUNIDAD y no como una AMENAZA.

Por si aún no te hemos convencido del todo: el conflicto no es negativo en sí mismo, lo negativo es no saber gestionarlo adecuadamente. Lo negativo entonces son las CONSECUENCIAS de un conflicto mal resuelto, porque bien gestionado:

  1. Es motor de cambio personal y social y ayuda a realizar cambios necesarios e innovaciones.
  2. Fomenta la identidad tanto personal como grupal, cuando es resuelto en equipo y de forma satisfactoria.
  3. Facilita el establecimiento de canales y sobre todo estilos de comunicación eficaces.
  4. Fortalece la confianza entre las partes destacando las semejanzas en vez de las diferencias.

Los conflictos forman parte de la vida social, puesto que constituyen la expresión de las diferencias en cuanto a opiniones, objetivos, intereses, valores, ideas, etc. Por lo tanto, todo sistema social deberá articular los cauces, mecanismos de afrontamiento y resolución mediante los que expresar esas diferencias de modo que se preserve la convivencia.

Los resultados de las investigaciones y las experiencias prácticas en todo tipo de contextos han permitido comprobar que los mecanismos más eficaces (es decir, los que permiten alcanzar las mejores soluciones y las más duraderas) son aquellos en los que las partes llegan por sí mismas a un acuerdo.