INMA ESCALADA ha participado en el Itinerario formativo “Agentes de mediación intercultural”. A continuación destacamos sus reflexiones sobre el documental “Huir para amar y ser: asilo y resistencias LGBTI de Marruecos a Barcelona”
Es un documental interesante, aunque me descolocan ciertas cosas.
Algunos testimonios son desgarradores, pero echando la vista atrás, veo que se trata de vivencias similares a las de sociedades occidentales contadas en el documental “Violeta: La revolución lesbiana”. Aunque no exista una sanción penal plasmada, el trasfondo de falta de libertad individual para sentir tu propia vida y el sufrimiento que subyace es compartido.
El proceso de asilo internacional lo conocía a grandes rasgos y, tras ver el documental, confirmó mis sospechas de que no funciona adecuadamente. Lamentablemente, cualquier proceso que conlleva un trámite burocrático se alarga (no sé si indebidamente) en el tiempo y eso dificulta su cometido. ¿Alguien llega buscando protección y mientras se siente desprotegido? Es una incongruencia.
Lo que desconocía y me ha llamado mucho la atención es el índice tan bajo de tarjetas rojas que se conceden, necesito averiguar a qué es debido, qué sienten y/o hacen esas personas que de nuevo se ven rechazadas (ahora por el sistema social en el que habían puesto sus esperanzas).
Algo que me ha chocado ver en el vídeo es que todos hablan mal de la situación en la que se encuentran en el CETI, creo que eso es algo en lo que la autoridad competente ha de intervenir. Entiendo que existan unas normas de convivencia (como en cualquier centro) que han de velar para que se cumplan, sin excusas. Tampoco pueden permitirse tratos vejatorios por parte de las personas trabajadoras en el centro.
Las principales diferencias que encuentro entre los testimonios de hombres y mujeres (las pocas que aparecen), es que en ellos veo que no tienden a resignarse con la situación e intentan emprender la huida para intentar disfrutar su libertad. En un testimonio de una chica, dice claramente que no le importaría irse, pero la veo resignada a quedarse y vivir silenciada.
Para promover un diálogo intercultural me parece importante conocer (y entender) estas historias porque sólo de esa forma seremos capaces de “andar con los zapatos” de esas personas y analizar los procesos que puedan derivarse de su experiencia.
Además, al acercarnos a las realidades desconocidas que existen en el mundo podremos aportar más a cualquier intento de cambio social. Con una venda en los ojos, seguiremos generando discriminaciones.