El pasado martes 18 realizamos un taller sobre educación en valores en el IES Besaya. El objetivo era reflexionar sobre el consumo de juguetes, su relación con la desigualdad de género y con la violencia. Hemos querido desarrollar esta reflexión pensando en las Navidades y en la relación tan cercana que existe entre estas fechas y la compra de juguetes.

En el taller participó un grupo del ciclo formativo de Educación Infantil y otro grupo de Taller de Comunicación de 1º de Eso.

Nos centramos, principalmente, en crear tres murales guiados por tres preguntas:

– ¿Cómo aprendemos a ser violentos/as?

– ¿Cómo aprendemos a ser desiguales?

– ¿Cómo lo desaprendemos?

Queríamos, sobre todo, destacar la idea de que los juguetes son relevantes para la formación de la personalidad de niñas y niños. Pero no son inocuos. Por ejemplo, los juguetes que hemos calificado como violentos, como las armas, suelen ser de colores oscuros y en la publicidad aparecen vinculados a la fuerza física y a la idea tradicional de la masculinidad. Mientras que en los juguetes relacionados con los cuidados suele predominar el rosa y junto a ellos lo más habitual es ver imágenes de niñas.

En este sentido, nos interesaba remarcar que el consumo de productos sexistas refuerza las conductas sexistas, como el consumo de productos violentos refuerza las conductas violentas. Los juguetes son parte relevante dentro proceso de socialización de las personas; no escapan a la influencia de la desigualdad de género y se convierten ellos mismos en fuente de desigualdad. Del mismo modo que pueden reforzar valores enfocados en la resolución violenta de los conflictos.

Para desarrollar el taller nos dividimos en tres grupos, cada uno centrado en un mural, y fuimos buscando en revistas imágenes que podíamos identificar con cada una de las preguntas. Lo que resultó más difícil fue decidir cómo enfocar el “desaprender”, pero finalmente hicimos uso de nuestra imaginación y surgieron propuestas muy interesantes.

Al acabar, cada grupo presentó su mural y luego los colocamos en la pared de uno de los pasillos del Instituto. De esta manera, sacamos la reflexión del aula e intentamos sensibilizar a otras personas sobre los temas tratados.

Finalmente, queríamos subrayar que aunque ha habido avances en la limitación del uso de juguetes bélicos, o en la idea de que los juguetes no son de niñas o niños, son para jugar, todavía hay un largo camino por recorrer y mucho tenemos que “desaprender” para que los juguetes no sean un obstáculo para que nuestras niñas y niños puedan vivir en igualdad.