Durante la tercera sesión del curso comenzamos por establecer el marco de convivencia del grupo, a partir de la identificación de los satisfactores que nos han de permitir realizar las necesidades analizadas.
También pudimos comprobar lo sencillo que es que aflore el ‘virus’ competitivo que el modelo socioeconómico capitalista nos ha inoculado, que se activa por el simple hecho de establecer grupos y asignarles una tarea en forma de juego.
Le dedicamos buena parte de la tarde a compartir impresiones sobre el lugar que ocupan las emociones en nuestra sociedad, en nuestra profesión y en nuestras vidas. Este asunto será clave a lo largo de la acción formativa. Entre los argumentos que justifican la incorporación de las emociones y los sentimientos a nuestra ‘agenda’, aportamos los siguientes:
- Necesitamos una educación que nos conecte con el nivel emocional. Somos sentimientos. Los sentimientos forman parte de los procesos cognitivos y condicionan nuestras actitudes y conductas. Los conflictos sólo se pueden solucionar o transformar de forma positiva en el plano emocional. Los sentimientos nos permiten saber más sobre nosotras mismas y sobre las demás personas.
- Llevan siglos siendo silenciados, ocultados, condenados, demonizados, privatizados, individualizados, etc. Esto no ha sido algo casual. Lo cierto es que la conexión con las propias emociones y las de las demás personas es un ejercicio liberador, es decir, genera libertad, personal y colectiva.
- La educación que tiene en cuenta los aspectos emocionales (los cuales están presentes aunque no sean tenidos en cuenta) es más exigente, requiere concentración, seriedad, capacidad de introspección y de empatía, superar barreras personales y culturales… Por eso quizás se evita.
- No es imprescindible convertirse en experto en Gestión Emocional, aunque sí parece necesario ir trabajando en ello poco a poco, pero sí es imprescindible empezar a incluir la gestión emocional en la agenda social en general y en la agenda educativa en particular (lo cual te lleva, de manera inevitable, a profundizar en la gestión emocional).
- Otra ventaja de tener en cuenta los sentimientos es que ayudan a fijar los aprendizajes. Cuando asociamos los valores, actitudes y conductas a una experiencia que nos ha permitido experimentar sentimientos, aquellos se quedan en nuestra memoria. No quiere decir que se produce un cambio automático en nosotras, pero lo que hemos vivido no se olvida y nuestra memoria se convierte en conciencia y nos invita de forma regular a hacer algo con eso que hemos vivido.
Otro foco que generó un intenso debate fue el concepto de ‘Aceptación Incondicional’. Nos referimos a la actitud de aceptación plena de todas las personas, siendo capaces de separar su conducta del hecho de que son personas y que, por lo tanto, tienen derechos. Se trata de una perspectiva difícil de materializar pero que, al menos, es interesante adoptar como proceso, como un camino que recorrer a nivel interno, de manera que podamos estar más cerca de aquellas personas cuya conducta nos genera malestar.